Mil oficios

Viviendo en el país donde vivimos, donde la creatividad y el recurseo son pan de cada día, es común encontrar en cada rincón alguien que ejerce algún oficio.

Hoy en día el que menos trata de obtener algún título profesional, pero en la edad media practicar algún oficio era una de las mejores cosas a las que cualquiera podía aspirar. Si tenías las conexiones correctas, o simplemente buena voluntad podías entrar de aprendiz a algún taller de curtido, repujado, herraje, carpintería, masonería o cocina, aprender del maestro, y eventualmente encargarte del taller. Es fascinante ver cómo algunos términos acuñados hace 6 siglos siguen vigentes hasta el dia de hoy: Vas a cualquier taller, y el que te atiende es todavía un maestrito.

Casi de manera invariable desde esa epoca, un oficio no se aprende en la escuela porque no es una ciencia. El que te enseña es un artesano, porque un oficio es un arte. Es fascinante también ver cómo eso no ha cambiado mucho. En un taller artesanal se demoran días en planchar un auto, y probablemente el resultado no es perfecto, pero observar el proceso es mil veces mas cautivante que ver cómo un robot programado por una computadora hace el trabajo en una fracción del tiempo.

En estos días de reality shows, me sorprende que nadie haya pensado en registrar en video cómo estos pequeños talleres resuelven asuntos cotidianos de manera artesanal, con herramientas especiales, técnicas ancestrales, insumos únicos, una jerga común al gremio, y un resultado meritorio. Si alguien vé algo asi, me avisa.